viernes, 7 de junio de 2013

Capítulo 5

Una nota antes de empezar... aquí aparecen nuevos nombres y les doy antes su pronunciación. 
(1)Athan: se pronuncia como “Eizan”, con una “Z” muy marcada, con la punta de la lengua entre los dientes.
(2)Achlys: se pronuncia como “Eiklais”, con la letra “K” medianamente marcada.
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Capítulo 5: Altaír, el Ángel de las Estrellas.
20 de Diciembre, 1994.
          Desperté en la misma cama que Conor me había enseñado en el sueño, le busqué con la mirada y vi que estaba aún durmiendo en una de las sillas. Me levanté y fui a verle dormir…se veía tan relajado, como si todo el dolor y tristeza que se ve en su rostro se fuera, para dejarle en una calma absoluta. Acerqué mi mano a su rostro, y antes de que pudiera rozar sus labios siquiera, rápidamente tomo mi mano…
          - Pandora…- suspiró -…me has asustado.-

          - Lo siento- le dije avergonzada- Es sólo que…-

          - Tranquila pequeña, ¿Tienes frío?- me preguntó, yo solo asentí. - ¿Te traigo algo para comer?- volví a asentir, estaba extrañamente nerviosa, tal vez porque sabía lo que venía.

          Conor se levantó y súbitamente se encendió la chimenea, con paso veloz fue a lo que supuse era una despensa. Mientras él estaba fuera de la habitación yo fui a ver por la ventana: era de noche, el cielo estaba limpio e impregnado de estrellas, cuyo brillo sólo opacaba una hermosa luna llena, cuando Conor volvió a la habitación en que yo estaba y un dulce olor llenó el cuarto, iba a voltear cuando siento algo suave que me cubre, es delgado, pero abrigador; también siento como Conor me abraza muy dulcemente y planta un tierno beso en mi mejilla.

          - ¿Es hermoso no crees?, ¿Ver el cielo desde aquí, lejos de nuestros antiguos compañeros, lejos de nuestro antiguo hogar? Esto jamás lo podríamos ver desde allá arriba- me dijo, susurrándome al oído -¿Sabes que yo era muy amigo de uno de los ángeles que creaba constelaciones? Cuando yo fui expulsado, él como una muestra de amistad creó una constelación para mí, lo malo es que es una constelación que no podré ver hasta que haya encontrado al ser indicado con quien compartirla, y he estado esperando ya casi 180 años por ese ser.- Conor desliza su mano por mi rostro y suavemente hace que le mire a los ojos, apoya su frente contra la mía, y lentamente me dijo en un susurro:- Y…creo que ya he encontrado a ese esperado ser…-

          Recuerdo haber sentido una sensación similar; la primera y dolorosa noche en la que llegué y donde aprendí de todos los sentimientos; pero esto era diferente, estaba nerviosa y no podía dejar de mirar los labios de Conor, que lentamente se acercaban a mí… cierro los ojos inconscientemente y siento como Conor me da un dulce beso muy cerca de la comisura de mis labios, beso que también respondo en su rostro. Luego de un momento una fuerte luz se presenta al centro de la habitación, Conor me abraza fuertemente, un tanto asustado por aquella luz; lentamente aquel resplandor adquiere forma, siento que Conor disminuye la presión del abrazo, le miro y él sonríe como reconociendo a aquel resplandor, parece un ángel con esa sonrisa en sus labios.

          Cuando terminó de adquirir forma aquel ser, reconozco una sabia y tierna voz:

          -Athan (1), mi gran y antiguo amigo, cuantos años sin vernos… veo que has podido surgir lejos de nosotros, felicitaciones.

          - Altaír…amigo, no sabes cuánto me alegra volver a verte.- dijo Conor lleno de alegría - No sabes cuantas veces necesité tu compañía y presencia cerca para seguir, pero el mero recuerdo de que hay algo por lo que pelear y seguir me hacía volver a la batalla. Sabes mi condición y mi castigo eterno, y te agradezco inmensamente por tu visita. Me pregunto, ¿Cómo fue que pudiste venir?-

          - Me hubiese gustado que tú fueras el primero en saber, pero por razones obvias no pudiste y ni yo pude venir antes. Athan, luego de una etapa de transición ahora soy uno de los que nos cuidaban de pequeños.- luego de decir esto me mira y parece reconocerme, y yo, al saber quién es le sonrío; él estira su mano en señal de que vaya con él, y voy a su lado. –Pequeña… ¿Cómo fue que llegaste aquí…yo creía que seguías allá arriba?- toma mi mano, me abraza y me cubre con sus alas.

          - Arcángel Altaír… mi castigo aquí es sólo porque yo así lo he querido, no te niego que he sufrido pero es mucho menos que el sufrimiento que sentía en el cielo. Quiero saber qué es de mi cuidador…Angus…le extraño tanto. Creí que nunca volvería a verte sabio Altaír.- le dije con una mezcla de alegría y angustia en mi voz…cosa que él notó y me abrazó para que llorara, porque él sabía que lo necesitaba.

          - Angus está bien, ya le he asignado a alguien más, y me esmeré en que fuera muy parecida a ti…pero nadie cubre tu ausencia allá en el cielo. Llora si lo necesitas mi pequeña Achlys (2)…- cuando dijo mi nombre rompí a llorar, cayendo de rodillas junto con Altaír…no creí que alguien siquiera se acordara de mi nombre, al escucharlo de nuevo sentí una tristeza tremenda -…llora pequeña, hace tiempo que no descargas toda esa tristeza, estoy aquí contigo Achlys, no te dejaré, sabes que siempre estoy cuidándote. No sé cuánto tiempo has estado aquí, pero siempre le pido a Estela que vaya a cantarle a tus compañeros…un par de veces habrás escuchado la canción que sólo yo te cantaba ¿cierto?- a lo que yo asentí.- Entonces mis cantos han llegado a ti mi pequeña.-

          Yo no paraba de llorar y de pronto escucho que junto con uno de mis gemidos, se escucha un trueno afuera y al mirar en dirección a la ventana, una ráfaga de viento corrió la cortina y pude ver que estaba lloviendo. Me asusté al recordar que en vez de lágrimas, gotas de sangre caían de mis ojos, pero al tocar una de mis mejillas empapadas de llanto, vi que en mi mano no había nada de carmesí…sólo lágrimas limpias y claras como las gotas de lluvia que caían al yo llorar. Nunca pensé que volvería a ver llover con mi llanto… Altaír siempre ha estado conmigo, el Arcángel al que me designaron.

          - Mírame Achlys…- me dijo mi protector con su voz paternal, que siempre me tranquilizaba, y le obedecí – Quiero que estés con Athan, él no te abandonará…él será tu protector en este mundo, quédate con él…ahora te contará su historia para que sepas qué lo llevó a vivir en este lugar, y te enseñará algo de lo que te darás cuenta mañana, ¿No es así “Señor Conor”?- le dijo con un tono un tanto irónico. A esto Conor se rió y respondió “Por supuesto Altaír”.

          Recuerdo que Altaír me ayudó a levantarme, me abrazó y depositó un beso en mi frente, haciéndome escuchar en mi interior la canción que él me cantaba cuando estaba asustada y triste. Me llevó con Conor y se despidió de él tocándole el hombro…Conor hace una reverencia ante Altaír y le dice:
          - Sé que nos volveremos a ver querido amigo.-

          - Cierto es, Athan.-

          - Hasta pronto…y te juro que cuidaré de tu pequeña.-

          - Sé que lo harás amigo…no le confiaría su vida a nadie más que tu.-

          Cuando Altaír se acercó a la ventana, Conor me abrazó, se apagó mi llanto y sequé mis lágrimas con lo que la lluvia cesó, y vi cómo mi protector se convertía en una hermosa ave de luz y se fue volando hacia el cielo…cuando le perdí de vista, su cuerpo se convirtió en una de las más brillantes estrellas que jamás hubiese visto.

          Nos quedamos unos momentos mirando el estrellado cielo, cuando volvimos a escuchar la voz de Altaír diciendo: “Querido amigo…has encontrado al elegido”  y aparece una brillante luz en mi pecho. Conor sonríe agradecido, toma mi mano y me invita a mirar el cielo con él, y lentamente algunas estrellas comienzan a moverse, formando una constelación…luego fue como si todas las demás estrellas se apagaran y las que quedaron se fueron uniendo por haces de luz…cuando se terminó de dibujar la imagen en el cielo, se distinguió nítidamente que era un lobo aullando a la luna llena, igual al colgante de Conor, él sonreía y luego cayó pero su mejilla una clara y transparente lágrima al ver el regalo de su gran amigo…y muy suavemente, casi en un susurro dijo: “Te lo agradezco Altaír…Dios te bendiga”. Las estrellas lentamente fueron reapareciendo hasta brillar con todas sus fuerzas, pero aun  así, aquel lobo seguía aullando a la luna.

          En ese momento miro a Conor, seco la lágrima de su rostro y él me lleva a una de las sillas cerca de la chimenea. Me da un chocolate caliente y unos panecillos dulces, él se sienta en su silla y dice:

          - Será mejor que comas un poco y que duermas esta noche…mañana te explicaré todo Achlys…- dijo con una sonrisa traviesa al mencionar mi nombre – Puedes dormir aquí si quieres…yo iré a la habitación de invitados, está dos puertas más allá, por si me necesitases.- se levantó, me dio un beso en la frente y se encaminó a la puerta – Buenas noches pequeña.- dijo saliendo de la habitación.

             Terminé de comer y me quedé unos momentos cerca de la chimenea, hacía mucho frío, así que decidí ir a la cama. Cierro las cortinas y veo que en la mesita de noche está uno de los abrigos de Conor, me lo pongo y obviamente me queda grande, era tan abrigador que no quise quitármelo, así que me acosté con él. Iba entrando en sueño cuando siento que el abrigo está impregnado con el aroma de Conor, y lentamente se me viene a la cabeza el momento en que Conor casi me besó…antes de que apareciese Altaír. Antes de dormirme ya profundamente escucho a lo lejos una suave melodía…que se hace cada vez más y más nítida. La reconozco… y sé que es Altaír con Angus quienes cantan, una lágrima cayó de mis ojos y me dormí…

jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 4


El Creador de Sueños.
30 de Noviembre, 1994.
Luego de unos días decidí volver a la iglesia, aun choqueada por las cosas que pasaron, por las cosas que vi y las cosas que Conor me dijo…” ¿Cómo supo que ni nombre no es Pandora?... ¿”Conor” será un engaño también?... ¿Quién y qué es él?”.

Todas esas preguntas rondaban mi cabeza y no las podía sacar, vivía asustada…sentía que en cualquier momento llegaría Conor y volvería a ver a ese demonio dentro de él que se reveló con las luz del sol…” ¿Por qué me pidió que cerrara las cortinas esa noche?... ¿Habrá sido por lo mismo?... ¿Será que con la luz de la luna y el brillo de las estrellas pasará lo mismo?”... Cómo me hubiese gustado olvidar, pero no, no podía……Recordar, ése era mi castigo…mi tortura eterna.

          Recuerdo que vi tres amaneceres desde la iglesia antes de poder conciliar el sueño, no me di ni cuenta cuando fue que caí a la cama…lo único que supe fue que había un rojo atardecer en el gran ventanal que tenía enfrente, recuerdo que me dormí sin abrigo, de costado…cobijándome con mis alas.
          No sé cuánto después me despierto:

          >>Despierto y siento que todo da vueltas, miro hacia afuera y veo que está todo oscuro, me levanto y me visto…raramente mis alas quedan fuera del abrigo…en si se siente bien, así mis alas no están tan apretadas y es mucho menos doloroso que traerlas ocultas, eso sí…al no estar acostumbrada a traer mis alas libres…me siento un tanto incómoda.

          >>Camino hacia el “balcón” que hay (aunque no sea más que una parte del piso que quedó más allá de la pared. Y no hay nada en qué afirmarse) es como sentarse al borde de un abismo y miro el cielo…nada…ninguna pintita de luz hay en la espesa negrura que me cubre, nada que me ilumine en esta noche…nada…excepto un resplandor, un lugar al que llegar; sin pensar me lanzo al vacío de esta infinita noche, al abismo de la oscuridad que me rodea y vuelo…expando mis alas y vuelo hacia el resplandor que cada vez crece más…es como si fuera un imán y yo estuviera hecha de puro metal…me atrae y me da energía…voy hacia allá y vuelo…sólo vuelo.

          >>Llego y siento que es un lugar en el que ya he estado antes…días antes. Camino y veo estatuas de grandes ángeles, con espadas, suplicantes, sabios…levemente recuerdo mi estadía en el cielo y a los ángeles maestros que me acompañaban y nos enseñaban tareas a los más jóvenes.

          >>Camino por el iluminado sendero y llego a una estatua inconfundible…un ángel de hermosas alas de piedra en mi camino, al final del sendero… Estoy en la casona de Conor, y se ve mucho más restaurada…como debió de ser en un futuro relativamente lejano. Instintivamente miro a la derecha y ahí está, la puerta de entrada. Voy, abro y entro a una enorme habitación que parece una sala de espera…pero no es tan así, es como si estuviera dispuesta para recibirme, esperando esta vez mi llegada.

          >>Sale por una puerta una pequeña niña de unos seis años, extrañamente demasiado…familiar. Toma mi mano y me guía por una serie de pasillos, lleva puesto un vestido blanco y flores en su cabello, no  habla…sólo me guía…caminamos en la oscuridad, iluminadas con la luz que pareciese venir de la pequeña y llegamos a una escalera, se detiene…me mira y me quedo petrificada: mirarla a los ojos es como mirarme en un espejo hacia el pasado, por eso me era tan familiar…soy yo. Suelta mi mano, hace una pequeña reverencia y se va saltando, tarareando una alegre canción. Sonreí al escuchar la conocida melodía…era la misma que nos cantaban los ángeles protectores a los más pequeños…me extraña haberla recordado, la creía olvidada en mi mente.

          >>Dirijo mi mirada hacia las escaleras que ascienden y veo una pintita de luz que revolotea no muy lejos de mí, al acercarme veo que es una pequeña mariposa…es como si quisiera que le siguiera, y así lo hago, sigo a la pequeña mariposa escaleras arriba al segundo piso. Allí arriba está un niño…no debe de tener catorce años y está vestido como un guerrero, tiene un semblante sereno y a la vez travieso. Toma delicadamente mi mano y me lleva con paso calmado, en este pasillo hay más luz y veo en las paredes muchos cuadros. Varias personas posan para las fotografías o se quedan quietas para ser dibujadas individualmente. Luego de pasar por varios cuadros algo me molesta…una persona entre todas llama mi atención, es la misma en cada uno de ellos…sin importar la fecha, aparece un tanto oculto pero no me cuesta reconocer que es Conor, en cada fotografía es el mismo.

          >>Llegamos al final del pasillo, frente a un último cuadro, el joven se despide dando un beso en mi mano y se retira en silencio, tal y como le encontré. Vuelvo para ver el cuadro, es más bien un dibujo a carboncillo de una sola persona: Conor. Los ojos afelinados, rasgos marcados, esa sutil sonrisa y el dolor y cansancio en la mirada me hicieron querer tenerle a mi lado a abrazarle, como cuando supe que de sus ojos caían lágrimas de sangre. En el dibujo vi la firma del dibujante, la fecha y una cita: “17 de Agosto de 1859. Retrato de Conor Lacroix, nuestro Ángel Caído del Cielo”. Tan solo un día después de su caída…me pregunto si los mortales que vivían con él supieron alguna vez que Conor no era uno de ellos, sino lo que aparecía escrito ahí…tal cual.

          >>Dirijo mi mirada un poco más abajo del cuadro y veo una diminuta llave insertaba en una puerta oculta, la giro y entro a una habitación muy amplia y adornada con cerámicas y cuadros, firmados con las letras “C.L.”……”Conor Lacroix”. Me encuentro con una chimenea; dos sillas frente a frente y una mesilla en medio, con dos copas de vino vacías. Pongo las manos en la silla en que se había sentado Conor y recuerdo la imagen del joven desconocido frente a la chimenea, con el dolor en su mirada y sus ojos dorados, llenos de nostalgia.

          >>Siento unos familiares pasos acercándose a la habitación en la que me encuentro y súbitamente se enciende la chimenea, curiosamente es agradable y no me sorprende en absoluto…así tengo la seguridad de que es él quien viene caminando y sonrío…sonrío sin darme cuenta de que me sonrojo a la vez. Cuando entra a paso veloz a la habitación me petrifico en el lugar y siento como mi compañero pasea por la sala sin reparar en mi presencia…o al menos, eso es lo que yo creo. Se escucha el sonido de unas botellas, Conor llega al lugar donde estoy, rodea mi cintura con su brazo derecho y planta un rápido beso en mi mejilla, me saca el abrigo y me lleva de la mano a mi silla…se sienta frente a mí y sirve un vino carmesí en las copas. Se apagan las luces y lo único que nos ilumina es la chimenea y sus hermosas llamas, y como antes los ojos de Conor vuelven a ser dorados…

          - Y bien…- dijo Conor aclarándose la garganta- ¿Cómo has estado desde nuestro último encuentro?, te echaba de menos y sinceramente quería verte y…-

          - ¿Tu qué crees que soy?, acaso piensas que soy tonta, que no se ya que todo esto no es más que una ilusión, un sueño que curiosamente tú estás controlando... crees que no me iba a dar cuenta con la canción que tarareaba la pequeña y con los cuadros del pasillo y también que…- realmente estaba alterada, pero en ese momento Conor me detuvo:

          - Tranquila- me dijo, con mucha dulzura en su voz…dulzura que sinceramente me sorprendió y me hizo obedecerle.- Tu siempre tan a la defensiva Pandora, si soy yo y siempre supe que te darías cuenta…no hice todo esto para confundirte o para atormentarte, fue para poder hablar contigo…poder contarte la historia de quienes somos, tu recién llegaste aquí…recién llegaste al dolor, y siento que yo soy el ser que puede ayudarte a entender todo lo que te está pasando, y de lo que te pasará si no logras encontrar y realizar tu misión aquí… se que estas confundida, pero aún no entiendes que debes defenderte de ellos, no de aquellos que son como tu…como nosotros.-

          - Conor dime donde estamos… ¿Dónde estoy yo…mi cuerpo?-

          - Mmmm… bueno, en esta fantasía estamos en mi casa y fuera del sueño… tu y yo también estamos aquí. Luego de una semana que no volviste y de no sentir tu presencia cerca, fui a buscarte a la iglesia, te encontré y estabas dormida, por lo que pude ver hace mucho tiempo y aún no despertabas…supuse que no habías comido ni bebido nada así que decidí traerte, abrigarte y aunque fuera un poco por fuerza, darte un té o un chocolate caliente para que no te pasara algo al despertar. Y ahora mismo estas durmiendo allí…– me dijo, apuntando a la cama que había en la habitación. –Y yo estoy aquí sentado, creando todo y a la vez, entrando en tu mente para participar de tus emociones sintiendo lo que tú y buscando la fuente de tus miedos. Y creo que ya lo he encontrado. – dijo finalmente con una voz triste…mirándome con sus dorados ojos. Luego prosiguió:

          - Debo confesar que es la primera vez que participo en una ilusión creada por mi mismo…es extraño porque si bien yo creaba sueños en la mente de las personas, siempre me quedaba fuera de ellos, pero en este caso necesitaba participar de esto. Te pregunto ahora pequeña… ¿Quieres que siga esta ilusión…o termino con esto y platicamos cara a cara?

          - ¿Debo elegir ahora?- pregunta a la que Conor sólo asintió.- Entonces si…quiero despertar.- Él sonrió y volví a ver esos colmillos sobresalientes…luego todo fue oscuridad…oscuridad y un vacío inmenso en mi corazón al no hallar a Conor en la oscuridad.

jueves, 19 de julio de 2012

Capítulo 3



Revelaciones, en la Sala del Espejo.
26 de Noviembre, 1994.

          Caminábamos en silencio por un largo pasillo y me sobresaltaba con cada paso que mi compañero daba, ya que junto con eso, se encendían de la nada una vela a cada lado del pasillo, iluminando nuestro camino. Luego de unos diez minutos de atravesar esa enorme casa, el sorpresivo sonido del fuego ya no me asustaba.

          Llegamos a una doble puerta con detalles azules y verdes, se veía pesada mas el joven la abrió sin dificultad alguna, encendiéndose todas las luces… que, sorprendentemente, no eran velas. Me invitó a pasar y fue hasta una de las paredes de la gran sala, botando una tela, descubriendo así un gran y hermoso espejo que abarcaba la pared entera…desde el techo hasta el piso, de un lado al otro…sorprendente.

          Me dirigí al espejo, viendo nuestros reflejos, y le hablé a mi compañero:
          - Me llamo Pandora Burnheart- le dije con nostalgia en mi voz.
          - Conor, mi nombre es Conor- me respondió casi con dolor.
          - ¿Desde cuándo vives aquí?- le pregunté muy tiernamente…casi como una niña pequeña.
         - Desde hace mucho…mucho tiempo, se podría decir que toda mi vida en este mundo, que son muchos años, más de los que aparento-
          - ¿Cuántos años tienes?-
        - Pondré mi edad como el tiempo que llevo aquí… si mal no recuerdo, la última vez que vi la fecha fue en el aniversario número veinte de mi estadía aquí…lo recuerdo bien: 16 de Agosto de 1859- se escuchaba una pena tremenda en su voz- Ese día hace ya 172 años llegué a este mundo......... luego de caer-

          Me volteé rápidamente, sorprendida, viendo a Conor llorar sangre, al igual que yo. Corrí a abrazarle, para acompañarle en su dolor…y ya en sus brazos, lloré con él.

          - ¿Por qué lloras Pandora……Qué pasa?- me preguntó con un tanto de desesperación en su voz. Me salí de su hombro y le miré a los ojos, con sangre en los mismos. Recuerdo que me miró anonadado, yo asentí y me alejé de él…le di la espalda, me miré fijamente en el espejo…me saqué el abrigo, dejando al descubierto unas alas…unas oscuras y largas alas.
          - Imposible- susurró Conor fuera de sí.

Mientras él trataba de entender todo lo que veía…yo me miraba a mi misma en el espejo…me miraba y no me reconocía: estaba demasiado delgada…tenía el pelo aun más largo, mi piel era muy pálida…parecía un fantasma; al verme y al no encontrar al ángel fuerte y segura, que se atrevió a ir en contra de todos y enfrentar al Señor, recibiendo su castigo…al no encontrar a “ese” ángel, sangre brotó en lágrimas nuevamente por mis ojos.

          Cuando Conor pareció al fin reaccionar, me miró fijamente a los ojos en el espejo, y tartamudeando me dijo:
          - P-Pandora… ¿Tú......e-eres.........?- al no completar la frase, le ayudé:
         - ¿…Un ángel caído?- le dije seriamente…expandiendo rápidamente mis alas, me asusté un poco y me di cuenta de que eran mucho más grandes de lo que creí. Yo las miraba con curiosidad y con miedo…tocaba las delicadas plumas con sumo cuidado, eran suaves y de un color azul oscuro…muy oscuro. Mis lágrimas dejaron de brotar de mis ojos…limpié mi rostro y me di la vuelta para ver a Conor…sus ojos eran de un color plata, vi que se acercaba a mí; cuando estuvo a mi lado acarició mi cabello, me abrazó y acarició mis alas muy tiernamente.
         -Pandora…eres hermosa- me susurró al oído, me entregó mi abrigo, me abrazó dándome un beso en la frente.

          Recuerdo que me llevó a una silla, me pidió que me sentara, se arrodilló frente a mí y tomando mis manos me miró a los ojos y me dijo:
          - ¿Cuál es tu nombre ángel?
          - Mi nombre es Pando…- me interrumpió diciendo:
          - Tu verdadero nombre…bello ángel- lo dijo lentamente para que no cupieran dudas.

         “No puede ser…no pudo haberme descubierto… ¿Cómo supo que mi nombre no es Pandora?...es mejor que salga de aquí…” pensaba horrorizada “…debo salir de aquí antes de que me pregunte de nuevo…y si…………”

          - “Conor” tampoco es tu verdadero nombre… ¿Verdad?- le pregunté dando en el clavo…mas él no se inmutó y sólo sonrió…y su sonrisa era casi malvada.
          - ¿Esa pregunta la hiciste para no decirme la verdad… o qué?- me dijo en un tono burlón.
         - Sí…y ya debo irme- y sin dejarle tiempo para nada corrí rápidamente a la ventana, me lancé y caí arrodillada en el césped.

Vi que Conor venía por mí, corrí lo más rápido que pude…salté, desesperada por aumentar la distancia entre nosotros y caí sobre uno de los ángeles destruidos…sin pensar salté hacia arriba y antes de perder velocidad abrí mis alas, destrozando el abrigo y me mantuve un momento en el aire…entendiendo lo que estaba sucediendo…entendiendo que estaba volando.

Estaba amaneciendo y volteé para ver a Conor por última vez en un largo tiempo, recuerdo que uno de los rayos de sol tocó su rostro…revelando al demonio dentro de él…dejando de lado el disfraz que vi toda esa noche……me asusté al darme cuenta que era igual al demonio detrás del ángel de piedra. Volé lejos…no a la iglesia, sino más lejos…necesitaba estar sola.

La imagen del demonio no la olvidaré.......... Jamás.

jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 2


La Chica de la Iglesia y el Chico de la Casona.
25 de Noviembre, 1994.

          Recuerdo que busqué con desesperación algún lugar solo con algún espejo en el cual verme pero cada vez que encontraba uno, estaba repleto de gente y no podía sacarme el abrigo, además toda la gente me miraba por lo mismo…llevar abrigo en una época muy calurosa, pero qué más da lo que la gente piense si ellos no conocen mi situación…no saben que no soy como ellos, pobres ciegos ante lo que tienen frente a sus propios ojos.

          Busqué todo el día hasta que oscureció por completo y no había nadie que molestase mi largo regreso a la iglesia; estaba rendida pero no tan cansada como para no tomar el camino alternativo que tengo para llegar…es mucho más largo, pero igual de reconfortante. Me quedaban unas seis cuadras cuando me fijé en algo que no había visto antes y que captó por completo mi atención: una gran casona se alzó frente a mí casi por arte de magia…es raro que no la haya visto antes, siendo que esta es como la quinta vez que tomo este camino…al ver que estaba un tanto abandonada no resistí la curiosidad y decidí entrar.

          Un alto portón de rejas estaba justo frente a mí… impidiéndome el paso, debía medir unos treinta metros y las rejas estaban en buen estado…y el candado parecía recientemente puesto. Saltar ese pequeño obstáculo fue realmente fácil, y el aterrizaje fue muy liviano; mientras caminaba por el patio veía algunas estatuas rotas…ángeles que cayeron en manos de no sé qué y fueron destruidos, todos menos uno. Un gran ángel de piedra, de hermosas alas apareció en mi camino; sentí nostalgia por recordar lo que hace unos meses yo era y sin quererlo, sangre en formas de lágrimas cayeron desde mis ojos, manchando mi rostro y dejando pintitas en el suelo. Caminé, rodeando la estatua y al llegar atrás me sorprendí y confieso que me asusté mucho al ver que detrás de ese hermoso ángel se alzaba una especie de demonio: una bestia de grandes colmillos y ojos que irradiaban furia, tenía también unos rasgos animalescos, como orejas en punta y unas monstruosas garras. Tenía forma de humano, pero con rasgos de lobo. En mi interior me estremecí al recordar la otra cara de la moneda que aquel que está allá arriba y me pregunté si alguien vivía allí.

          Seguí la mirada del demonio de piedra y di con la puerta principal, un tanto escondida entre la maleza; caminé por el sendero solamente iluminado por las estrellas y una luna casi nueva. Mientras caminaba me fijé en las ventanas y luego en una oscura figura que apareció de la nada y me miraba fijamente con sus ojos brillantes. Me asusté mucho y corrí devuelta al ángel, al llegar me di cuenta de que la puerta principal ahora estaba abierta; en un momento de valor corrí hasta el lugar desde donde había visto esa figura y, aunque la ventana estuviera en el tercer piso, con un par de saltos llegué y caí arrodillada en una suave alfombra roja. Alcé mis ojos al momento en que velas por doquier se encendían de la nada, iluminando todo; se encendió también una chimenea, calentando la fría habitación. Me levanté y recorrí la habitación con la mirada, luego reparé en una puerta entre abierta…di un paso atrás y al agudizar la vista me di cuenta que detrás de esa puerta estaba quien me había asustado.

          - ¿Quién eres?  ¿Qué haces aquí?- se escuchó una potente voz que retumbó en toda la habitación…al yo no responder se volvió a escuchar: - ¿Qué quién diablos eres? ¿Cómo llegaste aquí?- se escuchaba enojado, triste y asustado a la vez…inmediatamente supe que la voz era de quien estaba detrás de la puerta, un lugar un tanto pobre para esconderse de alguien. Decidí responderle:

          - Solo soy alguien que viene de paso…la curiosidad me hizo saltear la reja y el miedo llegar hasta aquí para saber qué o quién se esconde aquí. Si entré fue porque supuse que no vivía nadie y tal vez, sólo tal vez hay un espejo, que de verdad necesito…y para eso necesito también soledad- le dije segura…pero a la vez asustada

          - De todos modos no deberías estar aquí- fue la mera respuesta que obtuve desde detrás de la puerta.

          - ¿Por qué no sales a la luz…aquí…conmigo?- traté de convencerle…y pareció dudar por un momento, pero luego me dijo con una dulce voz:

          - Si quieres que salga, primero cierra todas las cortinas…que no entre rayo alguno de luz…y por favor, tráeme el abrigo que está en la silla frente a la chimenea…lo necesito-

          “¿Un abrigo?”… me quedé pensando en eso cuando vi lo que me pedía, lo tomé y pude apreciarlo mejor…era negro, largo y grande, parecía que el cuello se podía subir…como uno de los míos. Se lo llevé y mientras él se lo ponía fui cerrando las largas cortinas, una por una, exiliando la poca luz natural que entraba. Cuando terminé la pequeña tarea me volteé y me sobresalté al ver a un joven de unos veinte años sentado en una de las grandes sillas frente a la chimenea, me miraba con unos ojos neutros…pero llenos de dolor y rabia a la vez, ojos que brillaban dorados a la luz de las llamas.

          Muy cortésmente se levantó, caminó hacia mí y alzó mi mano en la suya llevándome a una silla en la que me senté…frente a él. El cuello del abrigo lo llevaba bajo, dejando ver las solapas de una camisa carmesí debajo. Sin quererlo me fijé muy notoriamente en un colgante de acero que llevaba, era como un......lobo aullando.

          - ¿Te gusta?- dijo tomando el colgante en el aire, su tono era despreocupado y muy distinto al que tenía antes. Me sonrojé y sólo atiné a asentir.- Es muy bello- le dije después de un momento.

          - Me disculpo por el tono que tenía hace unos momentos, no sabía quién eras y sinceramente me asustó que alguien hubiese entrado…luego de tanto tiempo.

          - Acepto tus disculpas, y pido yo también por irrumpir en tu hogar de esta manera-

          - Pues estamos a mano- dijo con una sonrisa en la cara…sonrisa en la que se notaban unos colmillos un tanto sobresalientes, pero en si…era cautivadora. – Hace mucho que alguien no venía por aquí, me sorprende que hayas encontrado esta casa… ¿Y dónde vives?-

          - Hace unos meses que llegué aquí, por lo que me estoy quedando en una iglesia, a unas seis cuadras de aquí. Me sorprendí al notar este lugar siendo que ya había pasado por aquí, pero estaba desconcentrada como para fijarme en nada…de por sí es una casa muy bella…y llamó mucho mi atención.

          - Que bien…sabes me preguntaba algo ¿Cómo fue que entraste? Siendo que la reja es muy alta y estaba con candado…y luego apareciste de la nada aquí en la habitación-

          - No me lo creerás, pero la reja meramente la salté, y para llegar aquí fue como lo mismo…un par de saltos y ya…fue muy fácil, mucho más fácil que saltar las gárgolas de la iglesia para llegar a la azotea sin que nadie me vea- se veía impresionado…me daba gracia verle así.

          - Que interesante…dijiste también que hace sólo unos meses que llegaste aquí, ¿De dónde vienes?-
          - Es cierto, pero para explicarte necesito saber si tienes un espejo…grande-
          - Pues vamos- me dijo, y tendió su mano para que me levantara y le siguiera.

jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 1


Mi Llegada al Dolor.
16 de Septiembre, 1994.

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- ¡Debes obedecer!-
- ¿A ti?... ¡JAMÁS!
- Entonces te destierro. Vete y sufre, sufre por el resto de tu vida y las eternidades que vengan.........

          Ahora que escribo esto me doy cuenta de que estas son las últimas palabras que recuerdo antes de caer, luego de eso…todo fue dolor.

          Caí en una superficie fría y dura, recuerdo que mis alas sangraban y mis ropas no eran más que harapos, todo el cuerpo me dolía y el peso muerto de mis alas era insoportable. Cogí, lo que luego supe era vidrio, y corte los vestigios de unas alas de algodón, para dar paso al siguiente nivel. Cuando encontré algo con que cubrir mi espalda, y de paso, el resto de mi cuerpo salí a la luz de la luna llena que iluminaba esa noche, esa maldita y eterna noche. Me vi a la luz y no me reconocí, estaba delgada como nunca, tenía el pelo suelto, largo y alborotado. Sentí que algo cayó de mi rostro, llegando a mi mano, dejando una gota de un líquido carmesí “¿Qué es esto?”… no sabía que era todo lo que estaba sintiendo…una especie de nudo en la garganta, ganas de gritar…todo eso acompañado del líquido rojizo que cae desde mis ojos, llegando a mis manos, manchándolas. De pronto veo que mis manos se van limpiando poco a poco y supe que estaba empezando a llover, recuerdo que esa era mi tarea en el cielo “¿Ahora quién estará en mi puesto?”; sentí odio…eso era una burla, Él ya había encontrado un reemplazo a mí, eso me dijo que no valía nada allá arriba, que hay miles que pueden hacer lo mismo que todos, ninguno valemos nada. Decidí enfrentar al cielo, miré hacia arriba y grité con todas mis fuerzas:

- ¡Hey tú!... Sí, a ti te hablo ¿Me ves?... Estoy aquí, sigo viva, ni tú ni nadie me hará daño ahora, ya pasé por esta maldita muerte y cómo ves te gané ¿Me oíste?... ¡Te gané!, a ti y a tu legión de sirvientes inútiles… ¿Y sabes? Me doy cuenta de que soy mejor que tú… ¡Siempre lo he sido!...-

          Ahí fue cuando me vi rodeada por un haz de luz, y fue como un rayo el dolor que llegó de lleno a mi cabeza… Gritaba, gritaba mientras veía imágenes que desfilaban frente a mí y vi el sufrimiento del mundo al que llegué… aprendí y conocí todo lo que supuestamente llenaba este mundo… Conocí el amor y el odio, la risa y el llanto, la sonrisa y la lágrima…conocí el tormento, la melancolía, la angustia, la agonía y la muerte… Conocí la sangre, ese líquido carmesí que corría por mis ojos.

          Parecía que esa tortura jamás terminaría…pero en un momento me quedé en tinieblas y supe que al fin había terminado… Tras esa dolorosa e inacabable clase caí desmayada, repasando inconsciente todo lo aprendido…y me di cuenta de que todo aquello era simplemente… Hermoso. Todos los extremos en blanco y negro…sin ambigüedad, pero lleno de matices, tan directo, tan preciso… Me enamoré de este mundo y decidir acoger el dolor como un refugio amoroso y honesto..................


          Desperté y no fui capaz de levantarme, no supe la hora hasta que el sol me dio de lleno en los ojos, aun así, yo no me inmutaba ya que no me importaba sentir esa molestia que era mínima al dolor que había sentido la noche anterior. Cuando me aburrí decidí caminar por el mundo que sería mi hogar por un largo…largo tiempo.

          Luego de semanas vagando por el territorio, me instale en la azotea de una iglesia donde no llegaba el sol…detestaba al calor, y sigue sin gustarme. Encontraba ropa con la que cubrirme en las cosas que las personas van y dejan para los niños y gente de fe…entre eso siempre buscaba abrigos largos que cubrieran la mayor parte de mi cuerpo y algo que estaba empezando a molestarme en mi espalda desde hacía días…no supe los que era y solo quería cubrir mi espalda para no verlo y para que nadie más lo hiciera…cuando esa molestia comenzó a ganar peso e importancia en mi vida me vi forzada a saber qué era, y para eso decidí hacer algo que no había hecho antes: ver mi figura reflejada en un espejo.