jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 4


El Creador de Sueños.
30 de Noviembre, 1994.
Luego de unos días decidí volver a la iglesia, aun choqueada por las cosas que pasaron, por las cosas que vi y las cosas que Conor me dijo…” ¿Cómo supo que ni nombre no es Pandora?... ¿”Conor” será un engaño también?... ¿Quién y qué es él?”.

Todas esas preguntas rondaban mi cabeza y no las podía sacar, vivía asustada…sentía que en cualquier momento llegaría Conor y volvería a ver a ese demonio dentro de él que se reveló con las luz del sol…” ¿Por qué me pidió que cerrara las cortinas esa noche?... ¿Habrá sido por lo mismo?... ¿Será que con la luz de la luna y el brillo de las estrellas pasará lo mismo?”... Cómo me hubiese gustado olvidar, pero no, no podía……Recordar, ése era mi castigo…mi tortura eterna.

          Recuerdo que vi tres amaneceres desde la iglesia antes de poder conciliar el sueño, no me di ni cuenta cuando fue que caí a la cama…lo único que supe fue que había un rojo atardecer en el gran ventanal que tenía enfrente, recuerdo que me dormí sin abrigo, de costado…cobijándome con mis alas.
          No sé cuánto después me despierto:

          >>Despierto y siento que todo da vueltas, miro hacia afuera y veo que está todo oscuro, me levanto y me visto…raramente mis alas quedan fuera del abrigo…en si se siente bien, así mis alas no están tan apretadas y es mucho menos doloroso que traerlas ocultas, eso sí…al no estar acostumbrada a traer mis alas libres…me siento un tanto incómoda.

          >>Camino hacia el “balcón” que hay (aunque no sea más que una parte del piso que quedó más allá de la pared. Y no hay nada en qué afirmarse) es como sentarse al borde de un abismo y miro el cielo…nada…ninguna pintita de luz hay en la espesa negrura que me cubre, nada que me ilumine en esta noche…nada…excepto un resplandor, un lugar al que llegar; sin pensar me lanzo al vacío de esta infinita noche, al abismo de la oscuridad que me rodea y vuelo…expando mis alas y vuelo hacia el resplandor que cada vez crece más…es como si fuera un imán y yo estuviera hecha de puro metal…me atrae y me da energía…voy hacia allá y vuelo…sólo vuelo.

          >>Llego y siento que es un lugar en el que ya he estado antes…días antes. Camino y veo estatuas de grandes ángeles, con espadas, suplicantes, sabios…levemente recuerdo mi estadía en el cielo y a los ángeles maestros que me acompañaban y nos enseñaban tareas a los más jóvenes.

          >>Camino por el iluminado sendero y llego a una estatua inconfundible…un ángel de hermosas alas de piedra en mi camino, al final del sendero… Estoy en la casona de Conor, y se ve mucho más restaurada…como debió de ser en un futuro relativamente lejano. Instintivamente miro a la derecha y ahí está, la puerta de entrada. Voy, abro y entro a una enorme habitación que parece una sala de espera…pero no es tan así, es como si estuviera dispuesta para recibirme, esperando esta vez mi llegada.

          >>Sale por una puerta una pequeña niña de unos seis años, extrañamente demasiado…familiar. Toma mi mano y me guía por una serie de pasillos, lleva puesto un vestido blanco y flores en su cabello, no  habla…sólo me guía…caminamos en la oscuridad, iluminadas con la luz que pareciese venir de la pequeña y llegamos a una escalera, se detiene…me mira y me quedo petrificada: mirarla a los ojos es como mirarme en un espejo hacia el pasado, por eso me era tan familiar…soy yo. Suelta mi mano, hace una pequeña reverencia y se va saltando, tarareando una alegre canción. Sonreí al escuchar la conocida melodía…era la misma que nos cantaban los ángeles protectores a los más pequeños…me extraña haberla recordado, la creía olvidada en mi mente.

          >>Dirijo mi mirada hacia las escaleras que ascienden y veo una pintita de luz que revolotea no muy lejos de mí, al acercarme veo que es una pequeña mariposa…es como si quisiera que le siguiera, y así lo hago, sigo a la pequeña mariposa escaleras arriba al segundo piso. Allí arriba está un niño…no debe de tener catorce años y está vestido como un guerrero, tiene un semblante sereno y a la vez travieso. Toma delicadamente mi mano y me lleva con paso calmado, en este pasillo hay más luz y veo en las paredes muchos cuadros. Varias personas posan para las fotografías o se quedan quietas para ser dibujadas individualmente. Luego de pasar por varios cuadros algo me molesta…una persona entre todas llama mi atención, es la misma en cada uno de ellos…sin importar la fecha, aparece un tanto oculto pero no me cuesta reconocer que es Conor, en cada fotografía es el mismo.

          >>Llegamos al final del pasillo, frente a un último cuadro, el joven se despide dando un beso en mi mano y se retira en silencio, tal y como le encontré. Vuelvo para ver el cuadro, es más bien un dibujo a carboncillo de una sola persona: Conor. Los ojos afelinados, rasgos marcados, esa sutil sonrisa y el dolor y cansancio en la mirada me hicieron querer tenerle a mi lado a abrazarle, como cuando supe que de sus ojos caían lágrimas de sangre. En el dibujo vi la firma del dibujante, la fecha y una cita: “17 de Agosto de 1859. Retrato de Conor Lacroix, nuestro Ángel Caído del Cielo”. Tan solo un día después de su caída…me pregunto si los mortales que vivían con él supieron alguna vez que Conor no era uno de ellos, sino lo que aparecía escrito ahí…tal cual.

          >>Dirijo mi mirada un poco más abajo del cuadro y veo una diminuta llave insertaba en una puerta oculta, la giro y entro a una habitación muy amplia y adornada con cerámicas y cuadros, firmados con las letras “C.L.”……”Conor Lacroix”. Me encuentro con una chimenea; dos sillas frente a frente y una mesilla en medio, con dos copas de vino vacías. Pongo las manos en la silla en que se había sentado Conor y recuerdo la imagen del joven desconocido frente a la chimenea, con el dolor en su mirada y sus ojos dorados, llenos de nostalgia.

          >>Siento unos familiares pasos acercándose a la habitación en la que me encuentro y súbitamente se enciende la chimenea, curiosamente es agradable y no me sorprende en absoluto…así tengo la seguridad de que es él quien viene caminando y sonrío…sonrío sin darme cuenta de que me sonrojo a la vez. Cuando entra a paso veloz a la habitación me petrifico en el lugar y siento como mi compañero pasea por la sala sin reparar en mi presencia…o al menos, eso es lo que yo creo. Se escucha el sonido de unas botellas, Conor llega al lugar donde estoy, rodea mi cintura con su brazo derecho y planta un rápido beso en mi mejilla, me saca el abrigo y me lleva de la mano a mi silla…se sienta frente a mí y sirve un vino carmesí en las copas. Se apagan las luces y lo único que nos ilumina es la chimenea y sus hermosas llamas, y como antes los ojos de Conor vuelven a ser dorados…

          - Y bien…- dijo Conor aclarándose la garganta- ¿Cómo has estado desde nuestro último encuentro?, te echaba de menos y sinceramente quería verte y…-

          - ¿Tu qué crees que soy?, acaso piensas que soy tonta, que no se ya que todo esto no es más que una ilusión, un sueño que curiosamente tú estás controlando... crees que no me iba a dar cuenta con la canción que tarareaba la pequeña y con los cuadros del pasillo y también que…- realmente estaba alterada, pero en ese momento Conor me detuvo:

          - Tranquila- me dijo, con mucha dulzura en su voz…dulzura que sinceramente me sorprendió y me hizo obedecerle.- Tu siempre tan a la defensiva Pandora, si soy yo y siempre supe que te darías cuenta…no hice todo esto para confundirte o para atormentarte, fue para poder hablar contigo…poder contarte la historia de quienes somos, tu recién llegaste aquí…recién llegaste al dolor, y siento que yo soy el ser que puede ayudarte a entender todo lo que te está pasando, y de lo que te pasará si no logras encontrar y realizar tu misión aquí… se que estas confundida, pero aún no entiendes que debes defenderte de ellos, no de aquellos que son como tu…como nosotros.-

          - Conor dime donde estamos… ¿Dónde estoy yo…mi cuerpo?-

          - Mmmm… bueno, en esta fantasía estamos en mi casa y fuera del sueño… tu y yo también estamos aquí. Luego de una semana que no volviste y de no sentir tu presencia cerca, fui a buscarte a la iglesia, te encontré y estabas dormida, por lo que pude ver hace mucho tiempo y aún no despertabas…supuse que no habías comido ni bebido nada así que decidí traerte, abrigarte y aunque fuera un poco por fuerza, darte un té o un chocolate caliente para que no te pasara algo al despertar. Y ahora mismo estas durmiendo allí…– me dijo, apuntando a la cama que había en la habitación. –Y yo estoy aquí sentado, creando todo y a la vez, entrando en tu mente para participar de tus emociones sintiendo lo que tú y buscando la fuente de tus miedos. Y creo que ya lo he encontrado. – dijo finalmente con una voz triste…mirándome con sus dorados ojos. Luego prosiguió:

          - Debo confesar que es la primera vez que participo en una ilusión creada por mi mismo…es extraño porque si bien yo creaba sueños en la mente de las personas, siempre me quedaba fuera de ellos, pero en este caso necesitaba participar de esto. Te pregunto ahora pequeña… ¿Quieres que siga esta ilusión…o termino con esto y platicamos cara a cara?

          - ¿Debo elegir ahora?- pregunta a la que Conor sólo asintió.- Entonces si…quiero despertar.- Él sonrió y volví a ver esos colmillos sobresalientes…luego todo fue oscuridad…oscuridad y un vacío inmenso en mi corazón al no hallar a Conor en la oscuridad.