El Creador de Sueños.
30 de
Noviembre, 1994.
Luego de unos días
decidí volver a la iglesia, aun choqueada por las cosas que pasaron, por las
cosas que vi y las cosas que Conor me dijo…”
¿Cómo supo que ni nombre no es Pandora?... ¿”Conor” será un engaño también?...
¿Quién y qué es él?”.
Todas esas
preguntas rondaban mi cabeza y no las podía sacar, vivía asustada…sentía que en
cualquier momento llegaría Conor y volvería a ver a ese demonio dentro de él
que se reveló con las luz del sol…” ¿Por
qué me pidió que cerrara las cortinas esa noche?... ¿Habrá sido por lo mismo?...
¿Será que con la luz de la luna y el brillo de las estrellas pasará lo
mismo?”... Cómo me hubiese gustado olvidar, pero no, no podía……Recordar,
ése era mi castigo…mi tortura eterna.
Recuerdo que vi tres amaneceres desde
la iglesia antes de poder conciliar el sueño, no me di ni cuenta cuando fue que
caí a la cama…lo único que supe fue que había un rojo atardecer en el gran
ventanal que tenía enfrente, recuerdo que me dormí sin abrigo, de
costado…cobijándome con mis alas.
No sé cuánto después me despierto:
>>Despierto y siento que todo da
vueltas, miro hacia afuera y veo que está todo oscuro, me levanto y me
visto…raramente mis alas quedan fuera del abrigo…en si se siente bien, así mis
alas no están tan apretadas y es mucho menos doloroso que traerlas ocultas, eso
sí…al no estar acostumbrada a traer mis alas libres…me siento un tanto
incómoda.
>>Camino hacia el “balcón” que
hay (aunque no sea más que una parte del piso que quedó más allá de la pared. Y
no hay nada en qué afirmarse) es como sentarse al borde de un abismo y miro el
cielo…nada…ninguna pintita de luz hay en la espesa negrura que me cubre, nada que
me ilumine en esta noche…nada…excepto un resplandor, un lugar al que llegar;
sin pensar me lanzo al vacío de esta infinita noche, al abismo de la oscuridad
que me rodea y vuelo…expando mis alas y vuelo hacia el resplandor que cada vez
crece más…es como si fuera un imán y yo estuviera hecha de puro metal…me atrae
y me da energía…voy hacia allá y vuelo…sólo vuelo.
>>Llego y siento que es un lugar
en el que ya he estado antes…días antes. Camino y veo estatuas de grandes
ángeles, con espadas, suplicantes, sabios…levemente recuerdo mi estadía en el
cielo y a los ángeles maestros que me acompañaban y nos enseñaban tareas a los
más jóvenes.
>>Camino por el iluminado
sendero y llego a una estatua inconfundible…un ángel de hermosas alas de piedra
en mi camino, al final del sendero… Estoy en la casona de Conor, y se ve mucho
más restaurada…como debió de ser en un futuro relativamente lejano.
Instintivamente miro a la derecha y ahí está, la puerta de entrada. Voy, abro y
entro a una enorme habitación que parece una sala de espera…pero no es tan así,
es como si estuviera dispuesta para recibirme, esperando esta vez mi llegada.
>>Sale por una puerta una
pequeña niña de unos seis años, extrañamente demasiado…familiar. Toma mi mano y
me guía por una serie de pasillos, lleva puesto un vestido blanco y flores en
su cabello, no habla…sólo me
guía…caminamos en la oscuridad, iluminadas con la luz que pareciese venir de la
pequeña y llegamos a una escalera, se detiene…me mira y me quedo petrificada:
mirarla a los ojos es como mirarme en un espejo hacia el pasado, por eso me era
tan familiar…soy yo. Suelta mi mano, hace una pequeña reverencia y se va
saltando, tarareando una alegre canción. Sonreí al escuchar la conocida
melodía…era la misma que nos cantaban los ángeles protectores a los más
pequeños…me extraña haberla recordado, la creía olvidada en mi mente.
>>Dirijo mi mirada hacia las
escaleras que ascienden y veo una pintita de luz que revolotea no muy lejos de
mí, al acercarme veo que es una pequeña mariposa…es como si quisiera que le
siguiera, y así lo hago, sigo a la pequeña mariposa escaleras arriba al segundo
piso. Allí arriba está un niño…no debe de tener catorce años y está vestido
como un guerrero, tiene un semblante sereno y a la vez travieso. Toma
delicadamente mi mano y me lleva con paso calmado, en este pasillo hay más luz
y veo en las paredes muchos cuadros. Varias personas posan para las fotografías
o se quedan quietas para ser dibujadas individualmente. Luego de pasar por
varios cuadros algo me molesta…una persona entre todas llama mi atención, es la
misma en cada uno de ellos…sin importar la fecha, aparece un tanto oculto pero
no me cuesta reconocer que es Conor, en cada fotografía es el mismo.
>>Llegamos al final del pasillo,
frente a un último cuadro, el joven se despide dando un beso en mi mano y se
retira en silencio, tal y como le encontré. Vuelvo para ver el cuadro, es más
bien un dibujo a carboncillo de una sola persona: Conor. Los ojos afelinados,
rasgos marcados, esa sutil sonrisa y el dolor y cansancio en la mirada me hicieron
querer tenerle a mi lado a abrazarle, como cuando supe que de sus ojos caían
lágrimas de sangre. En el dibujo vi la firma del dibujante, la fecha y una
cita: “17 de Agosto de 1859. Retrato de
Conor Lacroix, nuestro Ángel Caído del Cielo”. Tan solo un día después de
su caída…me pregunto si los mortales que vivían con él supieron alguna vez que
Conor no era uno de ellos, sino lo que aparecía escrito ahí…tal cual.
>>Dirijo mi mirada un poco más
abajo del cuadro y veo una diminuta llave insertaba en una puerta oculta, la
giro y entro a una habitación muy amplia y adornada con cerámicas y cuadros,
firmados con las letras “C.L.”……”Conor
Lacroix”. Me encuentro con una chimenea; dos sillas frente a frente y una
mesilla en medio, con dos copas de vino vacías. Pongo las manos en la silla en
que se había sentado Conor y recuerdo la imagen del joven desconocido frente a
la chimenea, con el dolor en su mirada y sus ojos dorados, llenos de nostalgia.
>>Siento unos familiares pasos
acercándose a la habitación en la que me encuentro y súbitamente se enciende la
chimenea, curiosamente es agradable y no me sorprende en absoluto…así tengo la
seguridad de que es él quien viene caminando y sonrío…sonrío sin darme cuenta
de que me sonrojo a la vez. Cuando entra a paso veloz a la habitación me
petrifico en el lugar y siento como mi compañero pasea por la sala sin reparar
en mi presencia…o al menos, eso es lo que yo creo. Se escucha el sonido de unas
botellas, Conor llega al lugar donde estoy, rodea mi cintura con su brazo
derecho y planta un rápido beso en mi mejilla, me saca el abrigo y me lleva de
la mano a mi silla…se sienta frente a mí y sirve un vino carmesí en las copas.
Se apagan las luces y lo único que nos ilumina es la chimenea y sus hermosas llamas,
y como antes los ojos de Conor vuelven a ser dorados…
- Y bien…- dijo Conor aclarándose la
garganta- ¿Cómo has estado desde nuestro último encuentro?, te echaba de menos
y sinceramente quería verte y…-
- ¿Tu qué crees que soy?, acaso
piensas que soy tonta, que no se ya que todo esto no es más que una ilusión, un
sueño que curiosamente tú estás controlando... crees que no me iba a dar cuenta
con la canción que tarareaba la pequeña y con los cuadros del pasillo y también
que…- realmente estaba alterada, pero en ese momento Conor me detuvo:
- Tranquila- me dijo, con mucha
dulzura en su voz…dulzura que sinceramente me sorprendió y me hizo obedecerle.-
Tu siempre tan a la defensiva Pandora, si soy yo y siempre supe que te darías
cuenta…no hice todo esto para confundirte o para atormentarte, fue para poder
hablar contigo…poder contarte la historia de quienes somos, tu recién llegaste
aquí…recién llegaste al dolor, y siento que yo soy el ser que puede ayudarte a
entender todo lo que te está pasando, y de lo que te pasará si no logras
encontrar y realizar tu misión aquí… se que estas confundida, pero aún no
entiendes que debes defenderte de ellos, no de aquellos que son como tu…como
nosotros.-
- Conor dime donde estamos… ¿Dónde
estoy yo…mi cuerpo?-
- Mmmm… bueno, en esta fantasía
estamos en mi casa y fuera del sueño… tu y yo también estamos aquí. Luego de
una semana que no volviste y de no sentir tu presencia cerca, fui a buscarte a
la iglesia, te encontré y estabas dormida, por lo que pude ver hace mucho tiempo
y aún no despertabas…supuse que no habías comido ni bebido nada así que decidí
traerte, abrigarte y aunque fuera un poco por fuerza, darte un té o un
chocolate caliente para que no te pasara algo al despertar. Y ahora mismo estas
durmiendo allí…– me dijo, apuntando a la cama que había en la habitación. –Y yo
estoy aquí sentado, creando todo y a la vez, entrando en tu mente para
participar de tus emociones sintiendo lo que tú y buscando la fuente de tus
miedos. Y creo que ya lo he encontrado. – dijo finalmente con una voz
triste…mirándome con sus dorados ojos. Luego prosiguió:
- Debo confesar que es la primera vez
que participo en una ilusión creada por mi mismo…es extraño porque si bien yo
creaba sueños en la mente de las personas, siempre me quedaba fuera de ellos,
pero en este caso necesitaba participar de esto. Te pregunto ahora pequeña… ¿Quieres
que siga esta ilusión…o termino con esto y platicamos cara a cara?
- ¿Debo elegir ahora?- pregunta a la
que Conor sólo asintió.- Entonces si…quiero despertar.- Él sonrió y volví a ver
esos colmillos sobresalientes…luego todo fue oscuridad…oscuridad y un vacío
inmenso en mi corazón al no hallar a Conor en la oscuridad.